Olor a río tenía la brisa
que se había paseado
por el cementerio sin prisa
en la calle noche y día
frente al eco de las pisadas
de lo que fuera aquella vida
detrás de la vereda la posada
donde compartieron corazones
el caminante y la bella dama
por cada vez que pasaba
en aquel agradable sendero
en su vida crecía la esperanza
cierta noche tuvo un sueño
el corazón que creía en su mano
había volado a su antiguo dueño
nunca quiso oír campanas
ver la gente en la iglesia
a los novios, padrinos, damas
se marchó el viajero
con la sensación latiendo en sus manos
y en el pecho un gran dolor
pero en todas partes el mismo cielo
una calle, una posada, una iglesia
las campanas y un recuerdo
cuando dejará de ser el camino lastimero
llenará su mano, sanará la herido
o será purgatorio eterno.
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